martes, junio 15, 2004

LA REVOLUCIÓN CUBANA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

ESPABILATE
que no hay tiempo para seguir atrasando la historia

por Liliana Daunes *


"Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: salve, César, los que van a morir te saludan." En nombre del pueblo de Cuba, Fidel Castro Ruz. 14 de mayo del 2004.

Bueno, Fidel. Está bueno pararse frente al imperio y cantarle cuatro verdades en el rostro. Está bueno mostrar la estatura de un pueblo que mira a la mayor potencia de la tierra con la frente en alto, y le habla de tú a tú. David contra Goliat. David tirando piedras contra los misiles. Piedras de verdad. Piedras de verdades. Tú a tú. Gladiadores del siglo 21.

Bueno, Fidel. Está bueno recordarle a nuestros gobernantes que la sumisión no es una fatalidad. Está bueno decirle a América Latina, que Cuba no es una colonia y que Haití es la herida que hoy sangra en el Caribe, con el concurso de nuestros progresistas presidentes que se hacen los distraídos, y mandan tropas para reforzar las invasiones del imperio.

Está bueno Fidel. Con un millón de cubanos, tan sólo una parte de la Cuba que resiste, vale hablarle a los gringos de tú a tú. De nosotros a ustedes. De nosotros, Fidel, que hoy marcharemos también, frente a la embajada norteamericana, para denunciar los planes de agresión que continúan, que se acrecientan, sin más razones que lo que Cuba molesta a quienes pretenden hacer de la humillación, el sentido común de los países dependientes. Cuba no se humilla y por eso nos convoca. Cuba no se arrodilla, y por eso ofende a los señores de la guerra.

Espabilate, hermana, hermano, espabilate. canta Bola de Nieve. Espabilate, que Cuba lucha cada día para que la llamita del otro mundo posible alumbre y temple nuestro horizonte. Y con Bola de Nieve cantamos y amamos a la Cuba que anima la resistencia de América Latina. Espabílate. Que no hay tiempo para seguir atrasando la historia.

La propuesta es sencilla. Declarar a la Revolución Cubana patrimonio de la humanidad. Patrimonio histórico, recurso no renovable, frontera de la dignidad. Como tal, un bien que no puede ser destruido por la furia consumista. Que no puede ser agredido por la locura guerrerista. Que no puede ser destrozado por la irracionalidad capitalista. Y entonces, hermana, hermano, que nadie la toque. Que no se atrevan a continuar con sus amenazas y sus planes repartidores de muerte. Que no se animen.

Dicen los médicos del mundo, que han reconocido en Cuba el corazón del socialismo del futuro, y recetan cuidarlo y quererlo con nuestro propio corazón. Dicen las tejedoras del tiempo que vendrá, que en Cuba se enlazan la trama y el nudo de las redes de resistencia. Dicen las alfabetizadoras que enseñan la lectura del mundo, que Cuba guarda en las cuatro letras que la nombran, el abc y hasta la u, del lenguaje que nos servirá para inventar una y otra vez, un destino elegido y no impuesto, un tiempo construido y no arrastrado, un espacio para conjugar, en presente y en futuro, razones y sentidos de libertad.

"Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: Salve, César, los que van a morir te saludan", le dijo Fidel a Bush.

Y dicen los cantores: espabilate, que salsa mi coco. Espabilate



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( * ) "Más que palabras". Columna de Liliana Daunes en el programa "Marca de Radio", del sábado 5/6/04


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