martes, febrero 22, 2005

La decencia del capitalismo

A propósito de los derechos humanos

JOAQUÍN RIVERY TUR

Sordidez, oscuridad, triquiñuelas legales, donaciones a los políticos, robo descarado, desprecio por el ambiente y por la vida humana.
La lista, claramente, puede ser aumentada, según los deseos de usted mismo, pues realmente faltan unas cuantas características que, por ocupar espacio y para no aturdir, prefiero no mencionar.
Hablo de empresas, de empresas transnacionales abrazadas al neoliberalismo, de empresas del capitalismo actual.
La revista norteamericana Multinational Monitor publica todos los años la lista de las 10 peores corporaciones del año. Esta es la del 2004.
Vamos a comenzar rápidamente con los registros negativos de Multinational Monitor, reproducida por el periódico argentino Página12. Los Laboratorios Abbott entraron a formar parte de este récord de indecencias por el aumento del 400% del precio del medicamento Norvir, empleado como inhibidor en los tratamientos del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
Se trata de una droga de mucha venta (lucro a costa del sufrimiento). Ya era cara antes del aumento en diciembre del 2003, y fue una triquiñuela reportadora de dividendos, porque la esencia del alza radica en que no variaron el precio de otros medicamentos de Abbott y que el aumento no se aplicaba si el compuesto era vendido convoyado por otro denominado Kaletra. Pícara finta para abaratar el segundo frente a marcas alternativas.
Una agrupación de pacientes calificó la acción de "terrorismo farmacéutico". Una ONG solicitó ante la ley que se permitiera la fabricación de un genérico que sustituyera el Norvir, pero los jueces, muy norteamericanos y quizás vinculados a la firma, se negaron.
La segunda "oveja negra" del año pasado fue AIG Insurance (la mayor compañía de seguros del mundo), acusada por la Fiscalía de Nueva York de operaciones ilegales de 750 millones de dólares. No hubo juicio. Rápidamente la empresa llegó a un acuerdo con la "justicia" para pagar 80 millones de dólares, más 46 millones de fianza. Sumen, resten y verán el saldo.
El mecanismo usado por la AIG se emplea enormemente en Estados Unidos, se llama Acuerdo de Diferimiento y fue un invento para que las transnacionales eludieran los procesos judiciales.
En la lista del 2004 está la Coca-Cola. Todo el mundo la conoce, pero no hay suficiente información sobre las barbaridades que la empresa de tantos tentáculos perpetra contra los trabajadores. El caso fue a dar a la nómina negativa de Multinational Monitor debido a que, en Colombia, la Coca empleó a los paramilitares contra los trabajadores sindicalizados.
Reportados hubo 179 casos de violación de derechos humanos de trabajadores de Coca-Cola, incluyendo nueve muertes, sin contar con la tortura a familiares de activistas sindicales y despidos de dirigentes del gremio. Un ejemplo claro de a quién sirven las bandas paramilitares colombianas, que, se arguye, nacieron para combatir a las guerrillas.
La próxima "decencia" del año, según la revista norteamericana, fue cometida por Dow Chemical, una empresa que huele a agente Naranja y napalm, y trae a la memoria personas con esas horribles quemaduras en Cuba, Viet Nam y en otros escenarios víctimas del terror yanki.
Pero no está ahí por ello, sino por negarse a indemnizar como es debido a los miles de víctimas por la tragedia de Bhopal, una población que un día, hace 20 años, se despertó bajo el horror de estar siendo envenenada por gases letales procedentes de una planta de pesticidas en el lugar. La Dow se negó a pagar. Los indios no le importan.
Un medicamento cuya componente es la paroxetina, un antidepresivo peligroso, hizo incluir en el grupo a Glaxi-SmithKline, porque una investigación demostró que el laboratorio estaba consciente de que uno de los efectos colaterales de la droga era aumentar la tasa de suicidio de jóvenes, pese a lo cual no lo informó.
Llegamos entonces a Merck, también farmacéutica, protagonista principal de un escándalo gigantesco por la venta del Vioxx, una medicina contra la artritis que provocó entre 88 000 y 139 000 ataques cardiacos. De ellos fueron fatales más de 35 000, y la firma lo sabía cuatro años antes de que se retirara de la venta (año 2004), pero su prohibición fue demorada debido a los vínculos de la dirección de la agencia estatal reguladora de medicamentos con la industria.
El mismo banco en que Pinochet guardaba los millones robados al pueblo chileno también tuvo el "honor" de aparecer en la lista. La institución ayudó al tirano de Chile a armar empresas fantasmas para justificar las seis cuentas abiertas en el Riggs Bank.
Otro cliente del 2004 de la Multinational Monitor fue la famosa Wal Mart, la mayor cadena de tiendas de venta minorista del mundo.
Un total de 1,6 millones de trabajadores la demandaron por discriminación de género. Tuvo actitudes antisindicales y proveyó malas condiciones de trabajo a sus empleados y bajos salarios en comparación con el resto de sus competidores.
Faltan Hardees (comida rápida) y McWane (desagües y cloacas), pero no hay espacio y todavía es preciso decir que Multinational Monitor no incluye dos años seguidos a las mismas transnacionales, y eso es una forma de defenderlas, aparte de reducir la lista solamente a 10. ¿Dónde dejan a la Halliburton del vicepresidente Richard Cheney, no solo por los robos descarados en Iraq, sino también por los sobornos en Nigeria?, ¿por qué no está Bayer y la historia de la contaminación por un pesticida en Perú que costó vidas humanas?
Se podrían añadir también Citigroup, Shell, Procter and Gamble, British American Tobbaco, Arthur Andersen, Merril Linch, Boeing, Enron, AOL y otras "decentes" firmas que andan por el mundo cuchillo en boca, ametralladora en manos y un pomo de veneno en los bolsillos.
En fin de cuentas, esta conducta absolutamente delictiva la practican todas, solo que a veces son sorprendidas y no es posible ocultar los males que causan a la humanidad.
Esas son sus reglas. Su dios es la ganancia. A cualquier precio.

lunes, febrero 21, 2005

Los niños de Irak no hacen ruido al caer

NO, DIOS Y RUMSFELD NO SON LO MISMO...

Por Bernard Chazelle *

Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Nadie ha dicho que con la muerte venga el silencio. “Gritando de miedo, niños paralizados en un refugio para discapacitados y enfermos mentales en Galle, Sri Lanka, yacían indefensos en sus camas mientras el agua de mar subía a su alrededor.” El informe de CNN suena como el libreto de una película de horror. Una niña inválida crece, indigente, en un hogar para sordos, ciegos, dementes y, por si fuera poco, ancianos discapacitados (¿Qué más puede desear una niña?). Al final de una breve vida que pasó preguntándose por qué nadie jamás se preocupó de ella, la niña llega al punto final de su bienaventurada existencia y se ahoga, atada a su silla de ruedas.Una tragedia no necesita ser demasiado ingeniosa. El duelo abarca la solemnidad de la muerte, pero rehuye un libreto desmesurado. Cuando parecería que el destino cruza la frágil línea entre la crueldad y el sadismo, el pesar se convierte en cólera. Esperamos que, en la misa funeraria, el organista interrumpa a Bach a mitad de camino, alce sus ojos al cielo y grite: “¡Basta!”Voltaire tuvo su momento de decir “¡basta!” después del terremoto de Lisboa de 1755, al sugerir que tal vez la bondad de Dios supremo no sea tan buena como se dice. Hoy en día, la irreverencia religiosa no está tan de moda. Pero la piedad no fue siempre tan dócil. La historia ha sido increíblemente generosa con toda clase de personajes que han levantado la voz ante el Todopoderoso. Pensemos en Job, Jonás, Jeremías, y Jesús sobre la cruz, y eso para no hablar más que de la letra J. Una o dos veces, la disputa llegó a descontrolarse: Nietzsche mató a Dios; y Richard Rubenstein vio en Auschwitz la confirmación de su muerte. Hay que reconocer que reconciliar el Holocausto con un dios justo y omnipotente es una variación interesante de la cuadratura del círculo o, ya que Miklós Laczkovich realmente logró hacer precisamente eso [1], digamos que es un simple recuerdo de que los dioses pueden morir, pero que los debates teológicos nunca lo hacen.Mi propia reacción al informe de CNN no fue de lejos tan edificante. “¿Por qué iba a comportarse Dios como Don Rumsfeld?" me pregunté. Mientras la niña lisiada se retorcía en agonía, me imaginé a Dios murmurando “son cosas que pasan”.¡Pobre de mí! Comparar a Dios con Rummy es peor que una blasfemia: es injusto. Después de todo, Dios no intimidó a los medios para que decoraran nuestras pantallas de televisión con sonrisas beatíficas de acicalados pavos reales que nos calmaran diciendo que las olas inteligentes ahogan sólo a terroristas, no afectan a los inocentes, divierten a los niños, y suministran el agua tan ansiada a regiones afectadas por la sequía. A Dios lo acusan de muchas cosas, incluso de que está muerto, pero rara vez de que sea mentiroso.La mendacidad, por otra parte, es la moneda de reserva de esta administración. Su truco de marqueteo: “Dadnos vuestros votos; nosotros os daremos nuestras mentiras”. Del eje ficticio Sadam-al Qaeda, a las halagüeñas puestas al día sobre la conversión de Irak en una Suiza del Medio Oriente, de los falsos cuentos de las ADM a la promesa de que la democracia es el futuro de la región (y lo seguirá siendo para siempre, agregarán los cínicos), la bendición ha sido, digamos, generosa.La recaudación no ha sido menos efusiva. Aunque las vociferaciones histéricas a favor de la guerra nunca excedieron, en dignidad, a los ladridos de un chihuahua atacando una hamburguesa, encontraron sólo una resistencia extremadamente sumisa de empalagosos medios dominantes. Los halcones favorables a la guerra encontraron poderosos apoyos en el New York Times, que se mostró contentísimo de hacer eco a las engañosas historias inventadas en la Casa Blanca y de trabajar de chulo para la Casa más Divertida en Babilonia de Judith Miller* (en la que tilín-tilín significa ADM).Ya que el proxenetismo es un negocio tan caprichoso, no tardará mucho antes de que los medios de En-Bush-Confiamos se pongan en contacto con su peacenik [pacifista] interno y apunten un dedo acusador a la pose de mediocridades visionarias que nos causaron un caso de síndrome iraquí. Sin duda, algunos de los neoconservadores se negarán a bajar a sus tumbas con la palabra “perdedor” grabada en una placa de bronce sobre sus ataúdes; así que no se sorprendan si nos hacen un McNamara y nos piden humildemente perdón. Como somos gente de alma generosa, es decir, que sentimos una debilidad por aduladores abrazos masivos, es natural que lo hagamos.Somos tan simplones.La abyecta rendición de los medios produjo muchas ilusiones en el público, tan ansioso de que el que matamos sea el que debe morir. Sí, sí, ocasionalmente arrasamos la casa equivocada e incineramos a sus ocupantes, pero sólo se trata de “fuego amigo”. (Una hermosa frase, como la que más: Escuchemos al cirujano que amputa la pierna equivocada y que le dice a su paciente que fue una “amputación amistosa”.) Pero, a pesar de todo, dejando de lado la amistad, nuestra maravillosa tecnología bélica nunca deja de separar la paja del trigo, a las madres de niños de pecho del decapitador demente. En eso creemos, en todo caso.The Lancet, ese periodicucho-que-odia-la-libertad, se permite no estar de acuerdo. Calculó que nuestras bombas súper-mensa, de elevado CI, han matado a 100.000 civiles [2]. Iraq Body Count [Recuento de Cuerpos Iraquí], que juega al optimismo ficticio evitando extrapolaciones, informa de la muerte de 600 no-combatientes durante nuestra última gira de buena voluntad por Faluya (candidata para ser re-bautizada como Grozny del Éufrates)[3]Y luego tenemos a la niña iraquí, con sus manos bañadas en la sangre de su padre muerto, cuyo pequeño hermano todavía no comprende que su infancia acaba de terminar.Por temor de perder la vida, soldados de EE.UU. mataron a los padres en el asiento delantero del coche familiar. Probablemente vivirán noches pobladas de demonios. Son cosas que pasan... Rumsfeld y Wolfowitz, Dios los bendiga, dormirán bien esta noche.Las guerras nunca dejan de producir su parte de líneas impactantes. Tommy Franks se aseguró de que la siguiente no fuera una excepción: “No contamos los cuerpos”, graznó el general, que en realidad quería decir que no hace “recuentos de cuerpos de piel oscura” (cuenta perfectamente los otros). Por suerte no dirige un periódico sueco, o hubiera dedicado su primera plana al titular: “Tsunami mata a 2.000 suecos y a algunos nativos”. En honor a la verdad hay que reconocer que Franks recordó la última vez que hizo recuentos de cuerpos, Vietnam, y lo bien que todo terminó. Pero en la actualidad, el pensamiento táctico incluye un tremendo arsenal de desmentidos saturados de sentimientos de superioridad moral. No contamos a los niños que matamos por el mismo motivo por el que los monstruos no compran espejos. Así pasan por la vida pensando que son ángeles.Hemos destruido vidas inocentes en cantidades con las que insurgentes y terroristas sólo podrían solar. Pero apartamos los ojos. Enterramos nuestras cabezas en la arena y hacemos la vista gorda ante nuestra cobardía moral, realizando el extraordinario truco de ser avestruces y gallinas al mismo tiempo. Este milagro ornitológico se lo debemos a la inexorable fragilidad de las ilusiones humanas. Para citar a James Carroll, “apartamos los ojos porque la guerra es un abismo moral. Si nos atrevemos a mirar, como dijo Nietzsche, el abismo nos devuelve la mirada”. George Bush, el filósofo, ha puesto al día el acertijo de Berkeley: ¿Gritan los niños iraquíes cuando caen las bombas si no hay nadie en la Casa Blanca que los escuche?La celebridad del mes, la víctima del tsunami, ha acaparado los titulares en los periódicos en todo el país con fotos a plana entera de madres llorando y de cadáveres flotantes, que hacen sentir un nudo en el estómago. Como sus olvidados hermanos iraquíes, la víctima nos recordó que la calamidad siempre golpea primero a los pobres, los enfermos, y los desvalidos. Son invariablemente los que tienen menos que perder los que pierden más. En el gran banquete de los cataclismos, los ricos occidentales son los últimos en ser servidos. Bush quisiera que creyésemos que hemos sufrido tanto por el terrorismo que el mundo nos debe compasión eterna. En realidad, nuestra instalación en la Galería de la Fama de la Miseria aún tardará bastante en ocurrir. Con nuestra continua ayuda, sin embargo (mimando a Sadam cuando mataba iraníes con gas, imponiendo sanciones que mataron a medio millón de niños, y combatiendo dos guerras en doce años), Irak ingresó instantáneamente. ¿Quién dijo que no poseemos un gran corazón?No Condoleezza Rice: “Estoy de acuerdo en que el tsunami fue una maravillosa oportunidad para mostrar no sólo al gobierno de EE.UU., sino el corazón del pueblo estadounidense, y pienso que ha reportado grandes dividendos para nosotros” [4] Y, estoy ansiosa de que venga el próximo, podría haber agregado nuestra máxima diplomática. Mientras contemplaba a Colin Powell, con su calculadora en mano, sumando los beneficios geopolíticos de nuestra generosidad, y diciéndonos cuán horrorizado, horrorizado, estaba por la devastación del tsunami, casi pude escuchar las Bienaventuranzas del Evangelio-Según-Bush: “Bienaventurados sean los niños tragados por el mar, porque pulsarán las cuerdas de nuestros corazones. / Malditos sean los niños cuando estallan nuestras bombas, porque rondarán por los oscuros callejones de nuestra indiferencia.” Hemos sido el tsunami de Irak. Pero no hay que esperar ninguna campaña caritativa, ningún minuto de silencio, ninguna bandera a media asta: nada que permita que la vergüenza enseñe su feo rostro.Con la reelección de Bush, EE.UU. tiene ahora el presidente que merece. Y si usted llegara a pensar que la Señora Libertad, toda emperifollada con lo último en modas de Abu Ghraib y Guantánamo, se parece un poco a una puta vieja, no precisa que pregunte quién contrató a su chulo: lo hicimos nosotros.La liberación de Irak comenzó con bombas aéreas inteligentes que se estrellaban en Bagdad. Deberíamos haberlo sabido mejor. Las liberaciones que comienzan con una recreación del 11-S pocas veces terminan bien.
Notas:[1] Laczkovich, M. Equidecomposability and discrepancy; a solution of Tarski's circle-squaring problem, J. Reine Angew. Math. 404 (1990), 77-117.[2] 100,000 Civilian Deaths Estimated in Iraq, by Rob Stein, Washington Post, 29 de octubre de 2004.[3] Iraq Body Count Falluja Archive,
www.iraqbodycount.org, 2004. http://www.iraqbodycount.net/resources/falluja/[4] Audiencia de confirmación en el Senado de la Dra. Rice, Agence France Presse, martes 18 de enero de 2005. http://www.commondreams.org/headlines05/0118-08.htm
* Periodista de New York Times, N.d.T.Bernard Chazelle es profesor de ciencias informáticas en la Universidad Princeton y autor de “The Discrepancy Method: Randomness and Complexity”. Su correo es: chazelle@CS.Princeton.EDUEste artículo y otros se encuentran en el sitio en la red del profesor Chazelle.http://www.counterpunch.org/chazelle01292005.html

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